Malmö, la tercera ciudad más grande de Suecia, número 7 en el ranking internacional de “Ciudades del Mundo para la Bici”.
En primavera de 2013 su nombre saltó a la fama entre legiones de eurofans al convertirse en la sede del Festival de Eurovisión. Pero su popularidad llega más lejos y no hay ciclista urbano que en un momento u otro de la conversación, no acabe citando esta ciudad sueca de cerca de 300.000 habitantes, que hace de unión con Dinamarca y el resto de Europa, a través del puente Orensund, que conecta Malmö y Copenhague con trenes directos cada 20 minutos.
¿Y qué tiene Malmö para hablar de ella?
A lo largo de la última década –enfatizamos que en apenas diez años–, Malmö ha pasado de tener 250 km de carriles bici a más de 430, reservando la mayor parte de su casco antiguo solo para bicicletas. Un tercio de los desplazamientos en la ciudad ya se hacen en bici y cada día son más los servicios para ciclistas: desde aparcamientos y garajes vigilados, puntos con bombas de aire para hinchar ruedas, iluminación de los carriles bici y un novedoso sistema que les da prioridad: una red de sensores en cruces que, al detectar que se acerca una bicicleta, cambia los semáforos para priorizar el paso del ciclista.
Hace unos años se intentó ganar adeptos regalando un mes de alquiler de bici a quienes dejaran el coche en casa. El proyecto “Business on Bikes” logró que 50 empresas de la ciudad cambiaran las cuatro ruedas por bicicletas para los trayectos de trabajo y todos los empleados municipales reciben un plus en su nómina si acuden a su puesto en bici y realizan sus gestiones laborales a golpe de pedal.
Todo ello logró que el uso de vehículos privados para trayectos de menos de 5 km pasase del 48% en 2003, al 38% cinco años más tarde y que haya aumentado también el uso del transporte público, dado que todas las líneas de autobús y tren ofrecen títulos de transporte que combinan el billete y el parking de la bici.
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