Mientras nos deleitábamos con la victoria de Purito, en Serós, Lleida, lloraban la muerte (¿asesinato?) de dos ciclistas a manos de un… Di ¡basta ya!
:30 AM, ciclistas en la carretera
Suena el despertador a las 7:30 AM. Los días se empiezan a recortar y no hace falta apurar las horas. Hace fresco y cuesta salir de la cama. La ropa ya preparada, la bicicleta lista y tras un frugal desayuno empieza el ritual: beso a tu pareja con un “hasta luego”, mirada a los niños para cerciorarte que están bien, coges casco y gafas y sales cerrando con cuidado la puerta para no despertar.
Ya en la calle, el fresco de la mañana te trae sensaciones únicas. Hoy es el primer fin de semana después de vacaciones, así que tocará rememorar con los compañeros a ritmo tranquilo esos momentos idílicos vividos. También será el momento de comprobar cómo está el personal de forma, ya que aun quedan objetivos este año, ¡sólo hay que echarle un vistazo al calendario de la FCC!
Con puntualidad británica nos congregamos en el punto de siempre. Saludos efusivos con los compañeros ciclistas. El calor de la amistad, del compañerismo, de miles de kilómetros y experiencias compartidas hacen que sea un momento mágico, de esos que desearías que no acabaran nunca. El buen rollo provoca que nos olvidemos hasta de la hora y que salgamos 5 minutos tarde, circunstancia que le ha servido al de siempre para engancharnos nada más arrancar.
Ya en carretera abierta las piernas se desperezan poco a poco, entran en calor y, aunque la charla es animada, el ritmo va in crescendo. Poco tráfico a estas horas. Carretera de salida en perfecto estado. Rectas inacabables para recuperar sensaciones. ¡Oh no! Ese coche viene de frente, invade nuestro carril…
Podrías haber sido tu
Ayer domingo volvió a ser un día trágico. Dos compañeros ciclistas fueron atropellados (de 54 y 57 años), algunos nos atreveríamos a decir asesinados, mientras practicaban su afición favorita: montar en bicicleta. Iban por su derecha y un vehículo invadió su carril en sentido contrario, los envistió frontalmente en una recta con perfecta visibilidad y sesgó la vida de dos de ellos y dejó heridos a otros dos.
El recuerdo de la muerte (¿asesinato?) de Miguel Pruaño y de tantos otros vuelve a nuestras mentes. Nos vuelve a recordar que estamos en el punto de mira. Esta vez no hay excusas de ningún tipo. Lo que vuelve a haber son agravantes: el conductor dio positivo en alcoholemia y se fue a pie del lugar de los hechos, negando el auxilio. Tuvieron que ser los Mossos d’Escuadra los que fueron a su casa a detenerlo.
Ilusiones, anhelos y, sobre todo, familias destrozadas por la imprudencia manifiesta de un…. (no tengo palabras) al volante de un vehículo. Ahora todos son lágrimas y quejas fuera, y sobre todo dentro del colectivo de ciclistas. Creo que a nadie se le escapa que podríamos haber sido cualquiera de nosotros.
Pero ante esta noticia siempre hay la misma reacción. En un chat de whastapp en el que estoy expliqué la noticia y acabé el mensaje con un “Toca reflexión!!!”, la respuesta de una compañero fue fulminante: “Reflexión! Endurecer penas. Y mientras nuestros gobernantes no tomen medidas sólo nos queda el pataleo como en tantas cosas. Donde está el ciclista está el peligro.” Mi respuesta fue un lacónico “Amen!!!”.
Reflexión: ¿a los ciclistas sólo nos queda el pataleo?
¡¡¡NO!!! Lo siento compañeros ciclistas. Me niego a sólo quedarme con el pataleo. Ayer había dos tipos de víctimas en el colectivo de ciclistas:
- Dos víctimas en la carretera.
- Y miles de víctimas en las tertulias de bar y chats que sólo tienen el pataleo.
¡Si, si! Estas últimas son víctimas del sistema que les hace creer que no pueden hacer nada, que no pueden cambiar nada, que tienen miedo, ¡pánico!, a intentar cambiar algo. Estas víctimas son las que impiden que se cambien las cosas. No se movilizan para nada, esperan que papá estado venga y les solucione todo, que los gobernantes en su infinita sabiduría, clarividencia y dedicación desinteresada legislen para mejorar todas las injusticias que hay a su alrededor. Son estas víctimas las que critican y menosprecian a su vecino o compañero de trabajo o de afición cuando decide levantar la voz y actuar para cambiar el entorno, para decir ¡basta ya!
Estas víctimas sólo saben llorar, quejarse, patalear. Y mientras tanto, como decía la canción “todo sigue igual”.
Da igual si los “asesinados” son ciclistas o no. Eso es anecdótico, con perdón. Nuestra sociedad no puede permitir que alguien tenga en sus manos bajo los efectos del alcohol una máquina que puede matar, pero aun menos puede permitir que provoque un accidente y se de a la fuga negando el auxilio. Esto es un fracaso global del sistema. Ese sistema que se apuntala con el pataleo, un sistema sustentado y dirigido por incapacitados, un sistema donde la educación y la justicia han naufragado de manera estrepitosa.
Levantemos la voz y salgamos a la calle para decir ¡basta ya! Pero en los carteles no digamos que es culpa de los gobernantes, a fin de cuentas los votamos nosotros. En esas pancartas digamos “Hay que cambiar las cosas y yo voy a hacerlo. Dejo de ser víctima”.
El cambio es necesario. No tengamos miedo. El resultado vale la pena ¡os lo aseguro! Mejorar pequeñas cosas es sólo la antesala de mejorar grandes cosas. Pequeños gestos de cada uno de nosotros es sólo el principio. Quien quiera milagros, algunos dicen que a la Iglesia, yo digo que al pataleo.
Llegan elecciones. Miremos los programas electorales. Si no se promueve el respeto, sino se tienen en cuenta demandas como la del colectivo de ciclistas, sino se plantean mejoras reales para nuestra sociedad,… ¡no les votes! Con esos sólo tienes pataleo.
No le des al me-gusta. Esta es una entrada que a mi no-me-gusta. Me siento triste por las víctimas de la carretera y por las víctimas del pataleo. Déjame tus comentarios y dejemos de ser víctimas.
Fuente: nicolascamarero.com