El reparto a domicilio se ha convertido en una nueva salida laboral para muchos en la ciudad de Madrid.
Se han convertido en el último eslabón de la cadena de distribución. Han dejado la furgoneta o la moto y se han subido a la bicicleta para llevar la compra a domicilio. Difícil ir por ciudades como Madrid y no encontrarte con estos repartidores urbanos sorteando coches y peatones con sus cajones o mochilas de colores. Verde, amarillo, azul, negro. Cada plataforma de distribución ha elegido el suyo. La inmediatez en la entrega, no solo de comida, se ha convertido en una baza más para incrementar las ventas.
Los más afortunados están contratados por estas plataformas, pero la gran mayoría son autónomos. Les pagan 4.25€ por cada entrega. Da igual la distancia a la que se encuentre el domicilio al que tenga que llegar. Pueden ser 2 kilómetros, o 10. Ese, cuentan los repartidores que prestan servicios a distintas empresas es el problema.
Cada día se juntan a la misma hora, en distintas calles y plazas de Madrid con subicicleta, equipada con el cajón o la mochila, teléfono en mano esperando que les entren los servicios. Cuentan que los días que se les da bien pueden llegar a hacer 80 kilómetros en 6 horas de trabajo. Unos días con otros, descontados gastos, unos 800 euros netos al mes. “Pero eso si se da bien la cosa, el problema es que no nos garantizan las horas”
Cada vez son más las plataformas que ofrecen este servicio, y también la competencia, aunque hay quien se lo toma con humor. “Prefiero pensar que me pagan por hacer ejercicio”, cuanta Samuel. “Antes de coger la bici, trabajé en dos restaurantes. Me contrataban para hacer 8 horas pero hacía mínimo 11 diarias, y al final la hora no llegaba a 4 €. Aquí soy mi jefe”. Para lo bueno y para lo malo, porque si se lesionan, o tienen un acciente se quedan en dique seco.
Tarifa plana por entrega, 4,25 € independientemente de la distancia, al igual que la tarifa plana a la que muchos se han acogido para empezar a trabajar como autónomos. 50 € al mes durante los 6 primeros meses. El problema asegura Carlos García, secretario general de la Union de Profesionales y Trabajadores Autónomos de Madrid (UPTA), es que cuando se acaba, difícilmente pueden mantenerse en el sistema de autónomos y ” o pasan a la economía sumergida, o se bajan de la bici”.
Este nuevo sistema de reparto se ha convertido en un nuevo nicho de empleo que está creciendo muy deprisa, pero otra cosa es la precariedad que presenta en muchos casos. Por eso, cree necesario que las organizaciones de autónomos como la que representa, empresariales, sindicatos y la administración estén más vigilantes.
Bicicleta, cajón y mochila se está convirtiendo en una forma de llegar a final de mes para muchos “mientras sale algo mejor” ayudados también por las propinas, que pese a lo que se podría pensar, son más generosas en los barrios más populares.“Mejor en Latina o en un piso de estudiantes, que en el barrio de Salamanca”
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