El incremento de los niveles de contaminación tiene una clara correlación en el aumento de las defunciones asociadas a problemas cardiovasculares y respiratorios.
Es la conclusión del informe publicado ayer en la revista especializada ‘The New England Journal of Medicine’, con datos recogidos en 652 ciudades de 24 países (45 españolas) y entre las que se encuentra Salamanca.
Los expertos que han elaborado el informe (liderado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y la Universidad de Fudan, en China) han tomado entre sus referencias los niveles medios de partículas registrados en Salamanca entre 2001 y 2014, y los han cruzado con las muertes contabilizadas durante esos años en la provincia. La misma prospección han llevado a cabo en el resto de ciudades, con la media de los valores diarios y correcciones vinculadas con la temperatura y humedad e incluso los niveles de renta (algo que se asocia, por ejemplo, con el número de vehículos y la antigüedad del parque móvil). A partir de este cruce de datos, los autores del estudio (en el que han participado el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas) concluyen que un incremento durante dos días de diez microgramos en los principales valores de contaminación por partículas provocan, en el corto plazo, un incremento de las defunciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
«Este aumento en las partículas inhalables (PM10), capaces de penetrar hasta los pulmones, y en las finas (PM2,5), generadas por la combustión y que pueden penetrar hasta el torrente sanguíneo, se asocia con un aumento en la mortalidad de 0,44 % y el 0,68%», explica el investigador del CSIC Aurelio Tobías, partícipe del estudio, según informa Efe. «Si bien el aumento porcentual de la mortalidad parece pequeño, el riesgo puede conducir a un exceso significativo en el número de muertes, dada la exposición generalizada y las grandes poblaciones que viven en zonas urbanas», defiende el doctor Antonio Gasparrini, coordinador de la Red de Investigación Colaborativa MCC, que ha recopilado la base de datos.
El documento publicado ayer se presenta como el primer análisis internacional que permite una comparación fiable entre ciudades ya que, aseguran, hasta ahora la mayor parte de los estudios se referían a «ciudades, regiones o países concretos, en los que era difícil la comparación por usar modelos diferentes». En el caso de Salamanca, los datos recogidos durante años a partir de las estaciones meteorológicas con las que cuenta la ciudad fijan una media de 7,33 microgramos en el caso de las partículas PM2,5 (la media de las ciudades analizadas es de 35,6 y el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 25) y de 21,2 microgramos en la PM10 (cuando la media de las urbes estudiadas es 56 y la recomendación sanitaria fija el tope en 50).
Aunque no se ha fijado un «umbral mínimo» que resulte beneficioso, los autores del estudio sí que concluyen que «deben tenerse en cuenta al evaluar los resultados los beneficios potenciales de las intervenciones para reducir la contaminación del aire urbano».
Medidas municipales
El Ayuntamiento puntualizó ayer que «l punto de partida de Salamanca en la lucha contra el cambio climático es bueno». La conclusión de los análisis de los datos suministrados por las estaciones de medida de contaminantes de nuestra ciudad –la Red Local de Contaminación integrada en la Red Regional de Castilla y León– es que la calidad del aire que respiramos en Salamanca es «muy buena». Incluso en los peores momentos –una inversión térmica, las olas de calor o la entrada de polvo del Sahara– no se sobrepasaron los límites de contaminantes establecidos por la legislación vigente.
La capital del Tormes ya adquirió unos compromisos iniciales con la firma de la carta de Aalborg, la puesta en marcha en 2013 de un Plan de Movilidad Urbana Sostenible de la Ciudad de Salamanca y la implementación de la agenda local 21, que han propiciado la creación de la oficina medioambiental y de lucha contra el cambio climático, la firma del Pacto de los Alcaldes –recientemente se ha licitado la redacción de un plan de emisiones cuyo objetivo es reducirlas un 40% en 2030– y el apoyo al Acuerdo de París. Además, el Ayuntamiento licitó semanas atrás el concurso para la asistencia técnica para la redacción de la estrategia municipal de adaptación al cambio climático de Salamanca y la elaboración de las pertinentes directrices estratégicas.
Entre las medidas que ya se han ejecutado para hacer frente a la polución figuran el incremento de las vías peatonales, que se ha traducido en que 14 kilómetros de calles de la ciudad ya sean peatonales y se quiere incrementarlos hasta los 27 kilómetros, el fomento de la bicicleta como medio de transporte, que ha supuesto más de 200 bases aparcabicicletas con 850 plazas para favorecer a los usuarios de bicicletas privadas, así como el servicio de préstamo SalEnBici, puesto en marcha en 2011 y que en la actualidad cuenta con más de una treintena de bases. De hecho, se calcula que se alcanzarán los 91 kilómetros de carril bici a comienzos de 2020 para favorecer las conexiones entre el alfoz y la capital.
También se logró que el 3% de la flota de autobuses urbanos estén propulsados por gas natural y se han establecido beneficios fiscales para favorecer la implantación de vehículos limpios en el impuesto de vehículos de tracción mecánica (OF2) y en la tasa de estacionamiento de vehículos de tracción mecánica en las vías municipales (GLP gas licuado del petróleo o autogas, GNC gas natural comprimido, GNL gas natural licuado, electricidad, biocombustible e hidrógeno según la estrategia europea).
Fuente: elnortedecastilla.es