Noticia publicada en el periódico digital salamanca24horas.com
El confinamiento le impidió comenzar la Vía de la Plata en marzo. Ahora, tres meses y medio después, con un calor casi insoportable para él y con los albergues cerrados, reconoce que este camino “se ha torcido completamente por las circunstancias”, si bien nunca pierde la sonrisa.
York actualmente se encuentra haciendo la Vía de la Plata. Un trayecto que iba a comenzar en marzo, justo cuando estalló la pandemia del coronavirus y el estado de alarma. “El confinamiento me pilló en Cádiz”, explica alegremente. Porque su idea era hacer -e hizo- parte de la Vía Augusta, concretamente el tramo entre Cádiz y Sevilla, para luego unir con la Vía de la Plata.
Este ciudadano alemán cuenta que durante el invierno trabaja en Austria, lugar donde reside; y en verano hace lo propio en España. Así tiene cinco meses para viajar, su gran pasión, aunque este año no lo está teniendo nada fácil, especialmente por el tema de los albergues, ya que el tema del descanso es vital en viajes tan largos.
Un viaje que comenzó en Hamburgo hace varios meses, si bien afirma entre risas que ha hecho ¡”mucho más!” que el trayecto Hamburgo-Cádiz en bicicleta. “He hecho todos los Caminos de Santiago, pero estoy repitiendo porque quiero descubrir cosas nuevas. También he visitado 13 países con la bicicleta”, relata en un perfecto castellano.
Todo eso le ha llevado a recorrer los 62.000 kilómetros de los que presume, aunque cree que esta es de las peores rutas que recuerda porque “se ha torcido completamente por las circunstancias”, sigue indicando con una risa característica.
Su plan, a corto plazo, pasa por dormir esta noche en Salamanca, a donde llegó a eso de las cuatro de la tarde. “Creo que el albergue está cerrado, así que me tendré que buscar algo”, dice sin mucha preocupación. Mañana marchará a Zamora, donde sí que podrá dormir en un albergue y así “descansar algo”, quien sabe si durante unos días.
York no hará la Vía de la Plata al completo. Llegará hasta Astorga, donde cambiará su rumbo y hará el Camino de Santiago francés “pero al revés” hasta llegar a Pamplona, previo paso por Bilbao, donde tiene que parar para ir al Consulado alemán y conseguir un nuevo pasaporte.
De Pamplona irá a Irún y ahí realizará el Camino de Santiago del norte, siempre y cuando no busque un trabajo. Porque después de tantos meses, se está quedando sin recursos, motivo por el que pide ayuda a los transeúntes para poder comer y reponer energías. Esa petición la acompaña de un mensaje gracioso “para que la gente se ría un poquito” y así no pedir sin ofrecer nada a cambio, aunque sea una sonrisa.
Una sonrisa que él nunca pierde durante esta conversación. “¿Qué si iré a casa? Bueno, en otoño mi idea es seguir haciendo caminos, aunque todo depende de si se abren los albergues. Lo que sí tengo claro es que iré al norte, porque con este calor no puedo”, continúa bromeando.
“Tardaré un poquito. Pero no tengo planes fijos”, finaliza su historia. York es observado constantemente por todos los que pasan a su lado, tanto por su aspecto alegre y distendido como por los dos carteles que porta junto a él y su bicicleta -el otro indica todos los caminos que ha hecho y la “Highway to hell” o autopista al infierno que se encuentra realizando-.
Porque si todos los caminos llevan a Roma, los de York llevan a su felicidad y a la de aquellos con los que charla, a los que transmite una alegría impropia de estos días. Una sonrisa que seguirá pedaleando por toda España.