Tribulaciones de la bici urbanita

Señal bici

Señal biciNo lo hizo por amor a las dos ruedas, pero dio el pego. Tuvo motivos estrictamente electorales pero, a pesar de lo poco que le importa, tuvo valor para subirse a una bici. Hablo del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y su «inauguración» la semana pasada del anillo verde de Madrid: un carril bici de más de 60 kilómetros que dará la vuelta a la almendra central madrileña.

El proyecto es interesante. Sobre todo si se tiene en cuenta que detrás no hay nada. Bueno, unos doce kilómetros de carriles bici, rigurosamente hablando, en el centro de la capital. Eso es todo.

Dejando aparte que, diez días después de la susodicha «inauguración», el carril sigue en obras, la actuación del edil refleja el valor que nuestros políticos, salvo excepciones, dan al transporte ecológico por excelencia.

Aparte la sonrojante situación de la capital española, el uso del pedal aumenta en nuestro país. En Sevilla ya la utilizan 25.000 personas y en Barcelona más de 40.000. En Madrid se piensa que son menos de dos mil los ciudadanos que tienen el valor de subirse en su burra metálica cada mañana. Y no sólo por la raquítica cantidad de carriles (25 veces menos que en Barcelona, 80 menos que en París y Londres), también por el riesgo que supone enfrentarse a la ley de la selva que rige el tráfico de nuestras calles. Hablando de París y Londres, saber lo que allí se cuece sirve para establecer comparaciones, en este caso especialmente odiosas.

Mientras aquí se ofrece la pantomima de un alcalde inaugurando un carril bici inconcluso, en la capital del Támesis, los ciclistas se enfrentan a problemas de segunda generación. Allí, las multas que los policeman les imponen han aumentado espectacularmente. Especialmente perseguido es el hecho de dar pedales y hablar por el móvil al mismo tiempo. No les falta razón a los hombres de la Ley: el uso del teléfono mientras se conduce reduce la capacidad de reflejos y atención al tráfico de alguien cuya integridad depende de ellas más que otro conductor.

A orillas del Sena la cosa es parecida. Allí he visto a los flics que, por supuesto, patrullean en bicicleta, multar sañudos a los ciclistas que circulan con auriculares en los oídos. Igual que a los que marchan por la acera, se saltan semáforos o van en dirección prohibida.

Los ciclistas protestan y exigen ciertos cambios, como la apertura de la luz verde de los semáforos antes que la de los coches, para evitar ser arrollados y tragarse todos los humos.

Mientras esto ocurre en Francia e Inglaterra, en algunos lugares de España asistimos perplejos a inauguraciones que, antes de facilitar la vida a los ciclistas, quieren ganar los votos de quienes se juegan la vida sobre dos ruedas entre el tráfico más salvaje.

En cualquier caso, y para concluir, usar la bici en la urbe es posible, incluso recomendable. Aunque es imprescindible no olvidar jamás el siguiente decálogo (y tener algo de suerte):

* La bici es un vehículo y, por tanto, debe someterse a las mismas normas de tráfico que los demás
* Circular siempre por el carril de la derecha
* No circular por dirección prohibida
* No saltarse los semáforos
* Evitar túneles, puentes y vías rápidas, es más seguro utilizar calles secundarias
* Atención a circular entre dos filas de coches: puede abrirse cualquier puerta.
* No circular por las aceras
* Indicar cuáles van a ser vuestros movimientos
* No utilizar auriculares ni el móvil mientras se circula
* Llevar chaleco reflectante, casco y luces en la bici

Fuente: Blog de Notas. elmundo.es