Bicicletas compartidas: gran son solución al transporte

 Artículo publicado en el THE NEW YORK TIMES en la que manifiesta el éxito que tiene en Europa el sistema de bicis compartidas y que se está estudiando llevar a cabo en varias ciudades de Estados Unidos.

En una Europa cada vez más consciente de la ecología, se dice que hay sólo dos tipos de alcaldes: Aquellos que tienen un programa de bicicletas compartidas y quienes lo quieren.

En los últimos años han surgido y despegado programas en docenas de ciudades, a una escala que nadie había considerado posible y en lugares donde el ciclismo nunca había sido popular.

Los planes de bicicletas compartidas incluyen no sólo al Velib de París, con sus 20,000 bicicletas, sino también a programas altamente populares con miles de bicicletas en ciudades importantes como Barcelona en España, y Lyon en Francia. También hay programas en Pamplona, España; Rennes, Francia, y Dusseldorf, Alemania. Incluso Roma, cuyas estrechas calles adoquinadas y tráfico caótico parecían poco adecuados para pedalear, recientemente inició un pequeño programa de prueba, RomanBike, que planea ampliar pronto.

Para los alcaldes que buscan aliviar el congestionamiento y probar sus credenciales ecologistas, las bicicletas compartidas han resultado una solución sencilla: Por el precio de un autobús invierten en una flotilla de bicicletas, evitando años de construcción y aprobaciones requeridas para un tren subterráneo. Para los usuarios, unirse significa un transporte a menor precio y la posibilidad de contribuir a la salud del planeta.

Los nuevos sistemas son exitosos en parte porque cubren a las ciudades con enormes cantidades de bicicletas disponibles, pero el verdadero eje es la tecnología. Auxiliados por tarjetas electrónicas y puestos de bicicletas computarizados, los usuarios pueden recoger y devolver bicicletas en segundos en cientos de ubicaciones, y los pagos se deducen de sus cuentas bancarias.

"Como algunas ciudades lo han hecho, otras se están dando cuenta de que también pueden hacerlo", dijo Paul DeMaio, fundador de MetroBike, una compañía consultora en transporte ciclista con sede en Washington, D.C., que da seguimiento a los programas en todo el mundo. Las enormes nuevas redes europeas de bicicletas compartidas funcionan menos como recreación y más como un transporte público alternativo de bajo costo. En Barcelona, durante la hora pico, las calles se ven flanqueadas por personas sobre las bicicletas rojo brillante de Bicing, el programa de la ciudad, que empezó hace 18 meses. Bicing ofrece 6,000 bicicletas en 375 puestos, que están dispersos en unas cuantas cuadras; las bicicletas parecen estar en constante movimiento.

Un cliente compra una membresía anual por unos $30 y se le emite una tarjeta que permite al usuario retirar una bicicleta de un puesto mecanizado. Los primeros 30 minutos son gratis, con un cargo de 30 centavos por cada media hora después de eso.

"La uso todos los días para transportarme al trabajo; todos la usan", dijo Andre Borao, de 44 años, quien con su traje gris y corbata naranja, se preparaba para pedalear hacia su casa para comer. La mayoría de los programas en Alemania y Austria funcionan con un sistema diferente; los miembros reciben mensajes de texto en sus teléfonos celulares con códigos para liberar las bicicletas.

Copenhague y Amsterdam han tenido ciclistas devotos durante muchos años. Pero los nuevos programas han creado la mayor revolución del transporte en el centro y sur de Europa, donde los climas más cálidos permiten a los ciclistas viajar cómodamente todo el año. En Estados Unidos cuestiones como la obligación de un seguro, una cultura automovilística más fuerte, distancias más largas y la preferencia por usar cascos han desacelerado la adopción de los programas de bicicletas compartidas. Ninguno de los programas europeos requiere cascos. Sin embargo, Washington y Montreal están experimentando con proyectos pequeños, y Chicago, Boston y Nueva York están estudiando opciones.