Un fotógrafo del País captó el robo de su propia bicicleta

En el barrio de Salamanca, a plena luz del día, sin bajarse de la moto y en cuestión de segundos. Así fue el robo de una bicicleta plegable de un fotógrafo de EL PAÍS, Santi Burgos, mientras hacía un reportaje para el suplemento El Viajero.

 Dejó la bici en una esquina y no pudo ponerle la cadena porque no había ninguna señal cercana para amarrarla. Cuando regresó a por ella se topó con la desagradable sorpresa de que se la habían robado. Lo que no sabían los ladrones es que habían quedado inmortalizados por la cámara de Burgos.

"Que la aprovechen al menos la mitad que yo, porque a mí me prestaba un buen servicio", aseguró con ironía el afectado.

 

"No tuve suficiente tiempo. O suerte. Que la disfruten"

A menudo utilizo la bici como medio de transporte alternativo. Madrid es una ciudad complicada. Una bici pequeña me permite moverme rápido, me da la libertad que el coche me quita. Ayer estaba realizando un reportaje para El Viajero, en el barrio de Salamanca.

Gente guapa, bolsas enormes de grandes firmas, terrazas en las que se mezclan cervezas y horchatas, en la misma proporción que chicas monas de compras y mujeres paseando al perrito. Andando pierdo tiempo, y oportunidades de encontrar las fotos que busco.

Esquina de Goya con Velázquez, todos los elementos a mi disposición. Mucho movimiento, color, buena luz, aceras amplias. Sin coches mal aparcados, sin las piezas del lego rojas y blancas que invaden el distrito en obras.

Apoyo la bici cerca de un seto, no hay ninguna señal para atarla con la cadena. Estoy pegado a ella. Ni se me ocurre pensar que alguien se puede interesar por tan destartalado vehiculo. Aunque a mí me hace el apaño.

De repente dos chicas aparecen en escena, van en una vespa con un montón de bolsas. Me dirijo al paso de cebra, a escasos metros. Espero a que, en el semáforo, el señor de rojo sustituya al señor de verde intermitente, para hacer un barrido (velocidad lenta y movimiento que acompaña al objeto que se mueve) en el momento que empiezan la marcha.

Siete u ocho disparos en varios segundos, suficientes para conseguir el efecto deseado. Un buen barrido. Y una efectiva limpieza.

Mi bici pasó de la realidad a la pantalla de mi cámara. Al ampliar la imagen, comprobé cómo detrás de las dos chicas sonrientes en moto un chico que iba de paquete en un ciclomotor la despegaba de la esquina.

Al preguntar a una mujer que esperaba el autobús, y que aparece en la foto, y a un conserje que hablaba con un albañil un poco más arriba me confirmaron que habían visto algo raro. Un chico y una chica en moto, con una bici pegada en un lateral.

Continué Goya arriba. Unas chicas desde un coche me aseguraron que podía pillarlos andando, que los habían visto bajarse y continuar a pie. Una posición muy incómoda y delatora para circular.

No los encontré. No tuve suficiente tiempo . O suerte.

Que la disfruten.

Fuente: elpais.es